Uno de los principales problemas que enfrentan los países a la hora de desarrollar infraestructura es la incompatibilidad entre el horizonte de largo de plazo de los proyectos (planificación,preparación, financiamiento, diseño, construcción, operación, mantenimiento) y la visión de corto plazo que imponen los ciclos electorales.
En este entorno, uno de las fases que más se ven afectadas es la adquisición del derecho de vía para la construcción de proyectos de transporte (ferrocarriles, carreteras, puertos, aeropuertos). Es típico que los gobiernos no efectúen dicha labor si estiman que el proyecto no verá la luz durante su mandato, resultado en una espiral de parálisis y deterioro del sector infraestructura. La buena noticia es que existen ejemplos en el mundo de prácticas serias a nivel mundial, una de ellas la política de Protección de Corredores en Australia.
Australia: Protección de Corredores Estratégicos
Recientemente Infrastructure Australia publicó el informe "Corridor Protection: Planning and Investing for the Long Term", el cual incorpora una frase que debe poner a reflexionar a las naciones que aún se mantienen en un modelo arcaico dependiente del ciclo electoral:
De esta manera Australia persigue 3 objetivos específicos:
- Establecer un legado a las futuras generaciones protegiendo los corredores estratégicos.
- Minimizar el costo futuro de desarrollar infraestructura.
- Minimizar el impacto social que implican los procesos de adquisición de terrenos para nuevas carreteras.
Y no estamos hablando de teoría, los proyectos de infraestructura de transporte desarrollados en Australia durante la década de los 80s, 90s y primeros diez años del siglo XXI, fueron construidos en corredores identificados y protegidos en los 50s, 60s y 70s.
Australia estima ahorros de más de US$40,000 millones con sólo proteger 7 corredores estratégicos
Infrastructure Australia realizó la modelación de 7 corredores estratégicos bajos distintos escenarios que incorporaban las alternativas de: i) No proteger y adquirir los terrenos en la fase de construcción, ii) Proteger los corredores y adquirirlos ya o iii) No proteger y construir un túnel en la fase constructiva.
Los resultados son contundentes: el esperar hasta la construcción para adquirir los terrenos necesarios implicaría un costo adicional de US$29,000 millones (US$5,900 millones en valor presente), en términos porcentuales esto es un incremento en el costo del proyecto de al menos 25%. Por su parte, no adquirir terrenos para luego construir un túnel implicaría un costo adicional superior a los US$40,000 millones (US$7,631 millones en valor presente), un aumento de la inversión inicial de al menos 40%.
En cuanto a este tema, la experiencia australiana señala que cada kilómetro de túnel vial de 6 carriles tiene un costo de aproximadamente US$450 millones, esto sin considerar los elevados costos de operación y mantenimiento que incluyen son infraestructuras de alta complejidad equipos de seguridad, aparcaderos en caso de accidentes y el equipo eléctrico y mecánico para la ventilación.
El costo incierto de no adquirir el derecho de vía a tiempo a cambio de construir un túnel
En términos relativos se estima que la construcción de túneles es de 8 a 10 veces más costosa que la construcción en superficie. Para ampliar en el tema de costo de túneles se recomienda el documento Analysing International Tunnel Costs del Worcester Polytechnic Institute.
Un ejemplo emblemático es el túnel carretero en la ciudad de Boston, Estados Unidos conocido como el Big Dig. Este proyecto tenía como objetivo el re-direccionar la arteria central de la Ruta Interestatal 93 por medio de un túnel de 5.6 kilómetros de 8 carriles, incluyendo la construcción de una vía de 4 carriles para extender la Interestatal 90. El costo del Bid Dig fue inicialmente estimado en US$2,560 millones de dólares en 1982, incrementándose a US$7,740 millones en 1992, US$10,400 millones en 1994 y finalmente a US$14,800 millones en 2007.
Estudios realizados en torno los sobre costos del Big Dig señalan como detonantes la complejidad e incertidumbre de esta mega-obra, unido a una estimación inicial de costo poco realista (práctica señalada como recurrente en este tipo de obras). Se señala además la incapacidad para valorar a tiempo las características del terreno, así como las grandes medidas de mitigación y reclamos producto de desarrollar una obra de esta naturaleza en medio de una zona urbana altamente poblada.
En momentos donde gran parte de las economías mundiales atraviesan por severas restricciones fiscales, es necesario replantear la forma en cómo se ha venido desarrollado infraestructura. Aquel argumento que dicta que "toda infraestructura" produce desarrollo no es cierta, pues optar por soluciones ineficientes en términos de costo puede terminar en una seria destrucción de valor económico como ha sucedido con el caso Chino.
En este sentido, romper el ciclo electoral y establecer una visión estratégica de largo plazo para la protección de corredores constituye un paso fundamental para instaurar un modelo financieramente y económicamente sostenible. Australia nos muestra con hechos claros los beneficios de pensar y actuar seriamente.