Infraestructura para Reactivar la Economía / by Federico Villalobos

Los países de la región Latinoamerican deben enfocar sus esfuerzos a la discusión y toma de decisiones en torno a políticas que detonen la reactivación económica y consoliden señales positivas en los mercados locales e internacionales. En este contexto, el impulso a la inversión pública en infraestructura se posiciona como uno de los principales catalizadores. Sin embargo, debemos tener cuidado con aquel argumento que dicta que “toda obra dinamiza la economía”, ya que la experiencia local e internacional demuestra que proyectos mal planificados y débilmente gestionados, pueden transformarse en destructores de valor y en una seria amenaza para la hacienda pública.

De acuerdo con el estudio “Does infrastructure investment lead to economic growth or economic fragility?” publicado en el Oxford Review of Economic Policy (2016, vol.32, no.2), alrededor de un 1/3 de la deuda total en China es producto de ineficiencias en proyectos de infraestructura pública. Específicamente, de 95 proyectos de transporte ejecutados entre 1984 y 2008 el 75% presentó un sobrecosto promedio del 30%.  Por su parte, de 156 proyectos en operación, el 65% registró una demanda 41% menor a la esperada, mientras el resto alcanzó una cantidad de usuarios hasta un 60% mayor a la proyectada. Es decir, la inversión pública en destrucción de valor y en un golpe significativo sobre las finanzas públicas.  En este sentido, vale la pena considerar acciones clave para el éxito de aquellos países que busquen consolidar la obra pública como un verdadero motor económico.

1. Compromiso con una visión de largo plazo. Asumir el compromiso de cambiar el paradigma de la inmediatez por la adopción de políticas de largo plazo que superen los períodos presidenciales. Esto pasa por priorizar las fases de expropiaciones, estudios previos y relocalización de servicios constituyen como eje central para convertir las ideas en proyectos y forjar el camino correcto hacia la estructuración de proyectos viables y fiscalmente sostenibles. Y esto no significar parálisis por análisis, sino evitar los problemas típicos que han decantado históricamente en atrasos, sobrecostos u obras que esperan por décadas sin poder iniciar.

2. Consolidarse en el mercado de las APP.  Junto con la visión de largo plazo, los países deben dar el paso hacia un robusto programa de concesión (APP). Pero esto no es sólo cuestión de una decisión interna del país, sino que pasa además por consolidar un espacio a nivel internacional. Esto implica estructurar proyectos que se conviertan en punta de lanza y tomar presencia en los principales foros y ferias de la industria a nivel internacional.

3. Diálogo con los actores clave. En esta misma línea, el éxito de los nuevos proyectos pasará por evitar cometer hay 2 errores gruesos: i) estructurar con base en un “copy-paste” de experiencias y metodologías internacionales, pero de espaldas a la realidad local o ii) estructurar de acuerdo a una expectativa local de manera aislada a la realidad de los mercados globales.  Por esto, es clave que durante la preparación de las iniciativas se abra un canal de retroalimentación dinámico que permita incorporar las expectativas de usuarios, concesionarios y financiadores. De esta manera, garantizamos proyectos aceptados por las comunidades, atractivos y competidos en la etapa escogencia del concesionario (cierre comercial) y sólidos en la fase de levantamiento del financiamiento (cierre financiero).  Todo en el marco de un resguardo de la sostenibilidad hacendaria, minimizando las continencias que generaría el nuevo programa APP.

4. Optimizar recursos de financiamiento. Asimismo, se debe tener el cuidado de no descartar el modelo APP por el simple hecho de que la tarifa no pueden sostener el 100% del fondeo de un proyecto.  Esto por cuanto el modelo APP (concesión) podría permitir ampliar el impacto de nuevo financiamiento público, al multiplicar la cantidad de obras que permitiría detonar. Por ejemplo, antes de endeudarse para dedicar $500 millones a una única carretera, los gobiernos debe analizar si es posible direccionar los mismos $500 millones, pero en aportes (subsidios iniciales) de $100 millones a 5 proyectos APP, con el fin de garantizar una tarifa aceptable para el usuario.  Estaríamos así multiplicando por varias veces la inversión, trasladando riesgos al sector privado y garantizando un adecuado mantenimiento de largo plazo.

5. Optimizar activos existentes. Por último, además de potenciar los nuevos proyectos debemos aprovechar los existentes. Con base en el análisis de 31 países seleccionados, el Fondo Monetario Internacional en su informe Monitor Fiscal estimó que la infraestructura y terrenos de propiedad pública tiene un valor que ronda el 65% del PIB. Esta cifra debe hacernos reflexionar sobre la oportunidad de potenciar los activos existentes por medio del reciclaje de activos, donde el sector privado reconoce al Estado una contraprestación inicial o periódica por el derecho a la concesión del activo. De esta manera, se abre una nueva fuente de ingresos y se promueve el mercado de valores local, al proveer a los inversionistas locales proyectos en línea con el perfil de riesgo de sus portafolios.

En próximos artículos ampliaremos sobre cada uno de estos elementos. Este artículo es una adaptación de la publicación realizada por Federico Villalobos en el diario costarricense La Nación el 17 de Diciembre de 2018.